jueves, 22 de noviembre de 2012

Protones.

Ella y yo. Ella y yo. Ella y yo. Ella y yo.

No te has visto en nada igual. Por eso no sabes actuar, y obtienes incomodidad por facilidad. No encuentras el momento de romper cortinas ni tampoco de casarte con la tinta de su cuerpo. No te encuentras ni tú.

Defiendes una postura que te flaquea por los pasados y por las palabras; y te traiciona el efecto de los susurros. 

Ella y yo. Ella y yo. Ella y yo. Ella y yo.

Atemporal. Los pactos de sangre se olvidan con lo desaforado de la líbido, y por los rumores de la presión. Y tu intriga ya no aparece, pero la creo. Y tu crees en mí.

No sería sólo una las formas de desbordar estos debieras y deberías, pero mientras, en el otro lado del abandono, quedan las esquinas de las sombras y el tener lo indebido. 

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