viernes, 31 de julio de 2015

Nunca permití que me hablaran así.

Desencájame las mandíbula; y el pensamiento. Accede a firmar una tregua jamás pactada.

Esta verborrea entra con vaselina y sin más juicio que esta madrugada. Recorre, fuerte y lento, cada milímetro de la palabra. El contacto es necesario, aunque sea con alfileres y con telones cogidos con pinzas. 

Esto es nuevo para ti. Tu lugar cambia. Tu boca cambia. Tu tesitura cambia. Tu droga cambia. Tu manera cambia. 

Nunca permitiste que te hablaran así. 

Nuestras vidas paralelas nunca llegaran a juntarse. Cerciórate del acercamiento. Electrocardiograma en cada mirada. Saliste de las sombras y ya estás cayendo otra vez; no te oscurezcas. La peor historia jamás contada.

Mundo cambiante. 

jueves, 22 de mayo de 2014

Desencaja la metáfora.

Aprende a hablar. Entiende como se descongela el mecanismo de esta tregua.

No entiendo como podemos involucrarnos tanto en este paralelismo que no nos deja respirar. No tergiverses el lenguaje que tú mismo creaste. 

Nunca fui directa en este paraje.
Nunca helé con la mirada;
ni me calaron tan hondo.
No necesité de otros más que de uno
ni quise quedarme sola, sin ninguno.
Nadie jamás interpretó mis gestos.
Nadie me petrificó tanto. 
Yo antes nunca había ganado
sin jugar.

Ni él. Ni el otro él. Ni tú. Ni mi otra yo. 

Está tenue; tan tenue que ya no ilumina. 

Arrasan por donde pasan. Dejan su información, extremadamente selecta, y se van sin miramientos. No preguntan, no aguardan. Se limpian las conciencias y nadan por la electricidad.

No se puede esperar para siempre.
No se sonsaca
ni se arrastra.
No hablaré,
no hablarás.
Es mejor correr. 

Nunca permití que me hablaran así. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Primavierda.

Yaesprimavera.

Eltiemposiguepasandoajenoatodostuspreámbulos.

Yanotequedanielnombre.

Noatemoricesmirecuerdo.

Abrotodaslasventanasparaqueentrebienlaluz.

Reinvéntateyquenoquedenada.

Sesolapantodaslasideas.

Estaprimaveranoestáspresente.

Yaesprimavera.



lunes, 10 de febrero de 2014

No hay que ser de la realeza.

Se están amarillentando nuestros sentimientos de no usarlos. Ya no quedan emociones.

Descomprimimos todas las teorías para poder retozar en la incertidumbre, pero sin cargo de conciencia. A la par que millones de microolores, micropensamientos, nos ponen la piel de gallina.

No termina el día sin hacer repaso a los recuerdos. A todo yo, que soy un recuerdo. El errar es por costumbre.

Si las paredes de nuestros cerebros pudieran hablar, callarían. Como nosotros. 

Nuestra vida será recordada como la vida que no quiso ser recordada. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Muy ello.

En ocasiones, hay que cambiar el detalle.

Tienes que abrir el armario, y sacar lo que tienes atrás y ponerlo delante. Para verlo, para recordar que lo tienes. Entonces, lo usas más. 

Sí, sólo a veces...

Otros días, lo mejor que puedes hacer es cerrar ese armario y creer que todo lo que está dentro se está desintegrando y que, pronto, se crearán cosas nuevas que sustituyan a las antiguas. Entonces, eres más feliz.

Otras veces te dan ganas de cambiar el armario por una nevera y que todo lo que esté dentro se hiele. Entonces, es para siempre. 

A fin de cuentas, ¿Quién quiere un armario si no tiene nada dentro?.

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En las neveras, tener el ánimo "así como por los pies", es un recuerdo que no aciertan ni tus propias sombras. 

La peor desilusión es la de que ni siquiera te importe lo que pase a tu alrededor. 

http://www.youtube.com/watch?v=xIY2rMm5Jic

sábado, 23 de noviembre de 2013

En tiempos modernos.

Se acaban las personas.

Desmantelamos palabras que no queremos oír por miedo a la voz del pronunciante. Regalamos, con alto coste para el pensante, minutos de gloria que deberían ser enterrados.

Susurramos en altavoces de atardeceres todo lo que no nos atrevemos a cantar en un llanto.Se realzan las virtudes inquietantes y lo circense de la situación. Se acartonan sábanas y lenguas por no pelear por lo vivido. 

Y, más tarde, en los rincones, se esconden las sombras de soledad de todos aquellos que no son felices y que están saltando por la ventana. 

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El arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen
de la pérdida, pero perderlas no es un desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la inquietud de perder
las llaves de las puertas, las horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.

Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres, y la escala siguiente
de tu viaje. Nada de eso será un desastre.

Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! desaparecieron
la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.

Perdí dos ciudades entrañables. Y un inmenso
reino que era mío, dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.

Ni aun perdiéndote a ti (la cariñosa voz, el gesto
que amo) me podré engañar. Es evidente
que el arte de perder no es muy difícil,
aunque pueda parecer un desastre.

Elizabeth Bishop

domingo, 13 de octubre de 2013

Revolver.

Hace tiempo que no te escucho. Que no miro tus miradas. 

Cuando se desmantela todo ese silencio ensordecedor que nos rodea, ya no quedan palabras.  Un vaivén inmenso. Un autodestructor ataque; un salto de fé. 

A veces creo que buscabas un elígeme-a-mí. Sólo por oír cómo sonaba. 

Pero quién era yo para hacer resurgir una historia jamás contada. Jamás vivida.

Y aquí estamos. En este viento que no para de rodearnos y atemorizarnos. Al menos yo estoy insegura y perpleja. Dualidad del ser. Creo que sólo veo cantos de sirena. 

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A lo mejor es envidia o a lo mejor la necesidad de encontrarse.

En cualquier caso, no me pondría en tu pellejo para vivir cualquier vida que no fuera la nuestra.