martes, 18 de junio de 2013

Tu as bouleversé ma vie.

Se acobarda lo apetecible frente a lo debido. Una vez más. Siempre el debería por el quisiera. 

Se junta que me encuentro con ella en cada esquina; y que tú ni te encuentras. Otra vez. Lo que parece la rutina de los años es lo que no deja de doler.

Hubo gente que inclusó malgastó saliva pensando en que el pasado volvía a interponerse; a interponernos entre la espada y la playa. Pero deberían pensar en el otro él; en el que está aunque no se mente. Todo el mundo quiere volver a un amor ideado, o ideal. 

Sois cuatro, y cinco. Dos y trés. Y siempre uno. Nunca el mismo.

Siempre hay ellas, y cosas. Siempre labios claros, tacones y olor a champú. Se giran, se hacen las locas, e incluso, nadan. 

Hay más ellas que no deberían ser rivales, ni finales. Quizá el problema sea que siempre necesito algo de alguien, sea ella o él... quizá el problema sea necesitar. O necesitarme. No me necesito. Lo soy yo. 

No puedo mirar siempre por ellas. Ni por ti. No sé ni mirar por mí. No tengo columnas ni bases. Ningún improperio ni aprecio me sostiene.

No es un gran momento. No hay nadie; nunca hay nadie. Pero todo el mundo cree... 

Se creen las mentiras, y mienten. Se creen el centro, y son un punto. Los roqueros, los vaqueros, tus zapatillas y mi droga. Y cuando miras, yo no estoy. Si no estoy no te acuerdas. Esa manera de mascar los dedos. Las rivales con los retos. No te encuentro. No te sigo. No me sigas. Esto no es lo que parece. 

Nadie lo sabe. 

Y, cuando estés a punto de olvidarme, alguien pasará a tu lado con mi perfume.


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