Discordias y discordancias.
Se crea dependencia.
Se tolera lo recurrente. Se aviva el deseo y se pierden las fuerzas.
Más tarde, cuando no queden recuerdos, volverán los veranos de comprobar tempestades. Para entonces será demasiado tarde anteponer el te lo dije al lo siento, y por tanto no ganarán los lunares.
Se juega con las prendas delicadas y el sudor por las paredes. Y los gritos.
Reverbera la imprudencia.
Resquicios dorados en los ojos de vislumbrar un futuro lejano. Muy lejano.
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