jueves, 4 de octubre de 2012

Aplazando.

Siempre vuelves.

Da igual cuánto tiempo pase o cuantas enredaderas cortes. Da igual cuantas veces cambies la bobina o cuantas veces le digas a ella que la quieres y que la estás esperando. Siempre vuelves.

También da igual si yo te espero o no. Las batallas que se libraron para decidir eso ya forman parte de la colección pasada; pasados de moda. 

Yo si que no te reconozco. Con eso andares de pisotear vanidades y esas ganas de reinstalarte. Reinstaurarte. Replicar. Reverberarte en tu pasado y sacudir con puños de humildad. Con mecanismo de moderno e indicando cada traba del actual invitado, el primero, que no el único.

Si siempre vuelves, ¿Por qué no vienes para que podamos irnos no-juntos?

No pierdes la oportunidad de rememorarlo. De hacer hincapié. De molestarme y molestarte en creerlo, sólo por un momento. No eres fiel a la incomodidad de lo debido. 

No eres tú. 

Eres el más tú que nunca. 
 

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