Está mi nombre y tu ombligo. Y luego esta ella.
Tan recatada, sin curvas. Con esos aires de doncella desmedida. Con ese color melocotón en los labios y ese olor a niña bien. Lástima que nadie te aguante.
Mi dulzura ni la ubicas. Salen pretendientes y pretendidos de debajo de las piedras. Me corto el pelo, me araño en las muñecas. Me pongo tus cascos de indiferencia. No critico. No masco. Me muerdo la lengua y me enveneno. Salgo y sales. Bailo y miras. Sé que me llamas. No lo intentes y no dejes de hacerlo.
Para ti seré como un puto porro de marihuana con olor a algodón de azúcar.
Me doy oportunidades para no arrepentirme. Ya he establecido el límite. Y no se pasa.
Se arrebata.
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